Llanto por un amigo
Has caído en batalla,
Oh amigo.
Unidos desde hace mucho,
en la casa de Israel.
Viste mi llamado
y no tardaste en despojarte
de tus armas,
de tu honra,
de tu realeza.
Me defendiste,
Hicimos pacto
Pero no pudiste
renunciar a tu parentela
e ir en pos de lo que Dios
nos tenía preparado.
Hoy lloro tu ausencia
y tu caída en batalla.
Sólo queda tu hijo Mefiboset
(tu descendencia lisiada)
para sentar a mi mesa
y acordarme de todas esas
veces que me defendiste
frente a tu turbado padre.
Amigo mío,
separados de manera violenta
nuestras vidas han sido.
Anhelo hacerte el bien en
tu ausencia
y con mi corazón desolado.
Dulce fue tu cariño
y lealtad.
Pero no bastan los pactos
ni las valientes defensas
ni el tiempo juntos
para estar con el ungido.
Hay que renunciar a la casa
de la muerte pues no se puede
vivir en la casa de ungido
y en la casa de la iniquidad al mismo tiempo.
Pues la casa de Saúl es influencia
cultural y espiritual que nos separa
e impide vivir con el Rey,
sentados para siempre a su mesa.
David
Alberto Rojas
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