Cuestión de carácter | Uma questão de caráter
No podemos esconder tras las habilidades que Dios nos ha dado o las
múltiples actividades que desarrollamos nuestro “carácter”.
El carácter es lo que en realidad somos. Como escribió Dale Carnegie:
“Preocúpate más por tu carácter que
por tu reputación. Tu carácter es lo que realmente eres, mientras que tu
reputación es solo lo que los otros creen que tú eres.”
No puedo estar más de acuerdo con esta cita. Nos lleva a pensar, nos
lleva a evaluar en qué estamos concentrando nuestras energías y en qué áreas
Dios tiene que tratarnos día a día.
Un ejemplo de carácter es Moisés, varón rescatado de las aguas para
liberar a un pueblo. Fue educado en el mayor imperio del mundo y hasta los
cuarenta años disfruto de las bondades y privilegios de la cultura más
importante de ese tiempo.
Aún en este contexto tras los finos aposentos Moisés sabía que Dios lo
había llamado para una gran obra.
El momento llegó a los 40 años cuando personas de su pueblo son
maltratados por un egipcio. Moisés reacciona y asesina y en vez de ser aclamado
por sus hermanos es “desconocido”. Frente a esto Moisés, lleno de temor huye al
desierto. Le afectó de tal forma “el qué dirán” que se olvida de todo y en el
momento de la crisis se manifestó su verdadero carácter.
Estamos frente a una generación con oportunidades históricas en cuanto a
medios, educación, esperanza de vida y conocimientos. Sin embargo, el lugar donde
el carácter debió ser formado y encausado ha fracasado (el hogar). En el ámbito
de la Iglesia vemos que el problema no son la expresión de los dones, o la
alegría de la salvación e iniciativa por querer hacer algo para el Señor. El
punto crucial es que tras todo lo que se ve como vida cristiana se esconde
muchas veces un carácter descontrolado, iracundo y mal formado.
Muchas veces se le echa la culpa a los programas, a los sermones, a la
estrategia, al libro de moda, al “pastor”. Muchas de estas cosas pueden estar
mal formuladas, pero en esencia, el trato de Dios sobre nuestro carácter, es
decir, sobre lo que realmente somos define todo lo demás.
Volviendo al ejemplo de Moisés, la pregunta que nos quita el sueño a
esta hora es:
¿Qué fortaleció a Moisés cuando
estaba en esos terribles años en el desierto a cargo de la vida de miles de
personas?, ¿Porqué no volvió a Egipto?
Ya no es el impetuoso y timorato. Es un hombre manso, listo para
emprender la gran tarea de Dios aquí en la tierra.
El entendía el corazón de Dios, incluso evitó una vez que Dios arrasara
con el pueblo poniéndose como mediador al igual que Jesucristo.
¿De donde vino tanta paciencia y
templanza?
Sin duda esos 40 años en el anonimato
pastoreando en Madian formaron día a día bajo ese caliente sol y ese fuerte
olor a oveja su carácter.
"Un año pastoreando ovejas
por un año en el desierto"
Si queremos permanecer y así llevar mucho fruto para Dios debemos dejar
que nuestro carácter sea formado.
En este tiempo la responsabilidad sobre la presente generación es
inmensa. Se necesita de obreros que permanezcan. Con carácter firme, con
dominio propio. Personas que si se equivocan pidan perdón. Siervos y siervas
humildes. Personas que estén dispuestas a servir antes que ser servidos.
Personas que frente a la crítica injusta guardan silencio.
Si en estas cosas mínimas estamos muy atrasados no debiéramos estar
tratando gente, pues, nos reproduciremos en otras personas con las mismas
cuestiones que nos hacen reprobar el examen de Dios sobre nosotros.
Hay tanto pueblo que no se pierde ningún evento y se aprende fácilmente
las últimas alabanzas pero son intratables y una carga en vez de descanso para
la Iglesia.
Hay tanto pueblo que dice: "Yo me sujeto a Dios", pero no se
sujetan a autoridad alguna, es más, buscan excusas teológicas para tener una
relación con Dios teniendo serios problemas de trato con la gente.
Si volvemos a ver la vida de Moisés nos daremos cuenta que su llamado
está íntimamente unido a su carácter, pues esto le permitió permanecer a pesar
de las provocaciones y ofensas. Si Moisés hubiera invertido tiempo en la gente
que hablaba mal de Él no hubiera llegado a la meta que Dios le había propuesto.
No se ofendió cuando sus hermanos: "Aarón y María" murmuraron
contra Él y Dios los descubrió.
No se ofendió cuando Acán se rebeló. Ante esto se humilló.
No se ofendió cuando el pueblo se le rebelaba, cuando incluso querían
atentar contra su vida.
No se ofendió cuando venía de la misma presencia de Dios en el monte y
encontró al pueblo desenfrenado en idolatría alrededor de un becerro de oro.
No se ofendió tras cada queja, tras cada frase desesperanzadora del
pueblo al cual entregó su vida para liberarlos.
Si Moisés se hubiera ofendido, ¿Qué es lo que
hubiera respondido frente a esta sentencia de Dios?:
Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto
a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.
Ahora, pues, déjame que se encienda
mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. Éxodo 32:9-10
Un hombre ofendido hubiera aprovechado esta oportunidad, hubiera
aprovechado el juicio de Dios.
Una persona ofendida quiere
"para Él MISERICORDIA y JUSTICIA para los demás".
Moisés contesta:
Entonces Moisés oró en presencia de
Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu
pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?
¿Por qué han de hablar los egipcios,
diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de
sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este
mal contra tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de
Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo
multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a
vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por
heredad para siempre.
Entonces Jehová se arrepintió del mal
que dijo que había de hacer a su pueblo. Éxodo 32:11-14
Un hombre o una mujer que se ha dejado tratar por Dios entiende el
corazón de Dios. Es capaz de colocarse como mediador y entregar su vida por los
demás al igual que Cristo.
Los hombres y mujeres de Dios marcarán la historia no por sus grandes
sermones o dones. Marcarán la historia poniéndose a favor del pueblo y la
sociedad para que tengan la oportunidad de volverse al Señor.
Creo firmemente que nuestro Señor, el “manso y humilde por excelencia”
pudo cumplir el propósito del Padre aquí en la tierra porque su carácter no fue
un impedimento para amar a la gente y estar bajo obediencia.
Al mirar a nuestro Señor podemos declarar:
Necesitamos de manera urgente ser
procesados por Dios.
Aquí tengo algunas preguntas que nos darán a conocer cuanto está tratado
nuestro carácter conforme a lo que Dios espera de esta generación:
-¿Cómo reacciono cuando no soy tomado
en cuenta?
-¿Cómo reaccionamos frente a la
injusticia?
-¿Cómo reacciono frente al prejuicio
de la gente?
-Cuando pasa algo que uno no
entiende, ¿Buscamos a Dios o reaccionamos inmediatamente?
-¿Cómo es la relación que tenemos con
el pastor de nuestra congregación?
-La gente que hemos conocido, ¿Qué
podría decir de nuestro carácter?
-Si ofendemos a personas, ¿Qué hacemos?
-¿Qué hacemos cuando viene la crisis
y Dios nos ha dado alguna responsabilidad? ,¿La dejamos o la vemos como una
oportunidad para crecer?
-¿Cómo reaccionamos frente al
"alago" y "reconocimiento" de las personas?
-¿Cómo reaccionamos frente a la
pérdida de personas o cosas?
>>>No es sólo hablar de
Cristo, hay que mostrar a Cristo
Alberto Rojas J.
EN PORTUGUÉS ACÁ: https://www.facebook.com/notes/alberto-rojas/uma-quest%C3%A3o-de-car%C3%A1ter/10150136454809121
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